
Nunca se está preparado para el duelo, aunque sepamos que alguna vez sucederá irremediablemente.
Todos tenemos la experiencia propia o cercana de la pérdida de un ser querido. Se trata de un proceso de adaptación emocional en el que se sufre porque se rompe el vínculo afectivo para siempre.
Dependiendo de nosotros mismos, de la relación afectiva, parentesco o dependencia, incluso, haber tenido más experiencias, la intensidad y duración del dolor varía.
Socialmente y por costumbre, se representa externamente con el color negro, aunque ya no se lleve tanto y quede para localidades pequeñas de fuerte tradición.
Os aportamos unos ejercicios emocionales para que la normalidad regrese a las vidas de todos:
– Acepta la realidad de la perdida, el entierro oficializa esa realidad. Tienes derecho a tomarte tiempo, lo necesitas, pero ponte plazo.
– Te ayudará sentir el dolor y sacar todas las emociones.
– Aprende cuanto antes a vivir su ausencia.
– Reinventa la energía emocional en nuevas situaciones.
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