
Todos podemos tener miedo moderado a algo, pero cuando ese miedo ya es un temor extremo y persistente, se convierte en fobia, una emoción anormal que comienza a ser perjudicial. Puede condicionar nuestra vida diaria o limitarla en gran medida.
La especsofobia y la apifobia o miedo a las avispas y abejas, se encuentra dentro de las llamadas zoofobias y es de las más habituales en los niños. Para quien lo padece puede llegar a incapacitarle para realizar alguna actividad y produce ansiedad, nerviosismo e incluso taquicardias.
Se trata de una situación en la que experimentamos una exageración del peligro. Algunos autores opinan que muchas fobias son restos subconscientes de épocas en las que la especie humana estuvo amenazada por insectos pero esta explicación no es suficiente para todas las fobias puesto que no explicaría, por ejemplo, la Triscadecofobia (miedo al número 13).
La fobia es algo aprendido. El pensamiento hace que tu cerebro interprete una amenaza de peligro para ti y suele estar asociado a falta de conocimiento, por eso ocurre mucho más en los niños. Los adultos tienen más capacidad y controlan mucho más sus temores.
Pautas recuperar tu libertad:
– Reconocer abiertamente el miedo por vergonzoso que te parezca.
– Hay que entrenarse: ponerse en situación para controlar los pensamientos y si es necesario hacer ejercicios de respiración para estar previamente más relajados.
– Cambia los pensamientos fóbicos, modifica la imagen mental del miedo y lograrás que tu cabeza aísle la sensación de peligro.
– Bloquea la ansiedad con ejercicios de respiración y toma alguna infusión relajante. En algunos casos es necesario acudir al médico para que prescriba ansiolíticos.
– Si persiste la fobia y perjudica tu vida diaria acude a profesionales que siempre te pueden aportar herramientas para superarlo.
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