
LOS PROBLEMAS DE NUESTROS HIJOS. ADOLESCENCIA.
Al nacer nos preocupamos de que nazcan sanos, de que su crecimiento y educación sea progresivamente positiva, pero ¿qué sucede cuando llegan a «esa edad» en la que sienten que conocen la vida como sus mayores, que los riesgos no existen porque «yo soy muy listo/a»?, que al salir de noche, siendo tan jóvenes, no entraña peligro alguno y que «yo controlo»?.
Educamos a nuestros hijos con el afán de que sean robles, fuertes y enérgicos pero debemos tener en cuenta que la semilla es la que es, brota a su albedrío, nosotros también hemos de aceptarlos como son, sin precipitarles el camino propio … tan solo marcarles los márgenes del sendero.
Cuantas veces nos ha comentado algún joven: ¿mis padres me quieren a su manera ó no como a mi me hubiese gustado, como yo necesito?. Existen muchos manuales de psicología evolutiva, de pedagogía de la educación …, pero ser padres entraña una responsabilidad, se trata de invertir tiempo con ellos, de comer con ellos, hacer el mayor número de actividades juntos porque de ahí recogeremos la mejor de las cosechas.
Cuando comienzan a llenar su cara de acné, su cuerpo se desarrolla y sufren el incontrolable cambio, los problemas con ellos crecen también.
Necesitan comprensión a su manera, permisividad en una palabra y la experiencia que podamos aportar no vale. Ellos/as poseen una energía vital que bien gestionada les puede hacer llegar muy alto y ser personas adultas felices, pero también se puede llegar alto y no serlo.
Tenemos obligación y derecho a hacerlo bien, así lo harán ellos después con los suyos.
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