
Una persona muy querida y admirada por mí, me comentó ayer que escribiese algo sobre los laberintos de la mente.
En ocasiones los fantasmas de la mente acechan con la pretensión de instalarse. Los celos son uno de ellos. La definición genérica nos dice que es una respuesta emocional perturbadora cuando una persona percibe una amenaza hacía algo que considera propio.
Existen dos tipos de celos, los positivos y los negativos pero a cualquiera que ustedes pregunten, seguramente lo relacionen con lo negativo. Palabras como inseguridad, desconfianza, egoísmo, envidia ó pérdida de dominio están relacionadas con este problema.
Normalmente, cuando hablamos de este tipo de personas, los psicólogos opinan que cumplen con el perfil de personas ansiosas, apasionadas, neuróticas, qué, experimentan sentimiento de abandono y sienten fragilidad. Pueden pasar del amor al odio en segundos y producirse daños físicos y psicológicos.
Algunos autores consideran que los celos son innatos ¿están ustedes de acuerdo?, ¿los adquirimos con la vida diaria?, ¿es cultural?.
Los celos mal llevados son autodestructivos, la persona experimenta una angustia desmedida que le lleva a perder el control. La comunicación y la confianza son necesarias para disipar dudas que pueden ser irracionales, debemos basarnos exclusivamente en la realidad para cotejar los pensamientos y revisarlos regularmente hasta comprobar que han desaparecido del todo. Fortalecer nuestras relaciones, aceptar situaciones y gestionar bien nuestra autoestima son un buen instrumento para no permitir que los fantasmas se instalen. Y, si definitivamente el amor se acaba, si existe un motivo real, aceptarlo con valentía y coherencia.
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