
Carmen estaba muy preocupada, necesitaba pedir ayuda. Estaba aterrorizada. Llevaba meses observando a su hija Sonia, de quince años, comer cada vez menos.
Durante las últimas semanas se sentaba a la mesa y su único interés era mover la comida por el plato: no tengo hambre, ya he comido y estoy muy llena. Mientras tanto la figura de Sonia era cada vez más delgada y la ropa le iba quedando mucho más holgada. ¡Que difícil pedir ayuda! …
En el Colegio, todos sus compañeras de clase sospechaban algo y le aconsejaron pedir ayuda. Ella decía que estaba bien, que se iba a hacer Vegana porque la comida “normal” no le sentaba bien.
Cuando llegaban al comedor, antes de entrar, en la fila, ya organizaba como lo iba a hacer: iba diciendo a Carlos y Pedro , la comida que les iba a repartir , mientras estos compañeros no se dieran cuenta de su problema, …todo estaría bien para Sonia. Si alguna vez los cuidadores del comedor le decían que acabase el plato, después daba vueltas sin parar al patio y acudía a los baños para meterse los dedos a pesar de la vigilancia de su compañeras que solo querían su bien.
Una noche de madrugada en casa, su madre sintió unos ruidos rítmicos en su cuarto, llamó a la puerta y Sonia no respondía. Entró alarmada y encontró a Sonia en ropa interior saltando a la comba absorta, como poseída… eran las cuatro de la madrugada.
En esencia, los objetivos de la terapia en los trastornos del comportamiento alimenticio son similares en la bulimia y en la anorexia pero las circunstancias pueden ser distintas.
El caso de Sonia era bulimia. Se sentía avergonzada y no quería hablar de ello. Las personas con bulimia suelen saber que tienen un problema y pueden querer ayuda pero el sentimiento de vergüenza no les permite revelarlo. La terapia de grupo es importante para que comprueben que hay muchas personas sufriendo con este trastorno y la familia es parte importante del tratamiento.
Las mujeres adolescentes representan el 90% de los casos de trastornos en la alimentación según el Instituto Nacional para la Salud Mental. Sin embargo los trastornos en la alimentación no son solo problema de este colectivo, mujeres y hombres mayores, así como niños pueden desarrollar estos trastornos. Pero ¿qué lo provoca, qué hace padecer estos trastornos?
Existen determinados factores psicológicos que predisponen a las personas a desarrollar estos trastornos. La familia o las relaciones disfuncionales son un factor importante.
La personalidad también es fundamental, la autoestima baja les hace sentir indefensión y experimentan insatisfacción profunda.
Son muy impulsivas y obsesionadas con la relación peso y comida.
Tienen mayores índices de tener trastornos mentales que incluyen la depresión, ansiedad, insomnio, autolisis…
La distorsión cognitiva: en estas pacientes la distorsión de su imagen corporal es una característica y este nivel de distorsión no es estable.
La falta de autocontrol. No pueden controlar sus impulsos.
Los objetivos terapéuticos deberán señalarse en:
– El área educativa.
– Modificación de conducta donde se identifican los factores precipitantes y se establecen estrategias incompatibles con las conductas problema y se reorganizan los patrones alimentarios correctos. Fijar metas y refuerzos así como trabajar la intolerancia al cambio y la rigidez mental.
– Modificación cognitiva: el primer objetivo es cambiar el pensamiento pasivo, modificar los pensamientos distorsionados e irracionales, modificar las distorsiones perceptivas y modificar los miedos.
– Adquirir estrategias y habilidades de afrontamiento.
– Prevenir recaídas: situaciones de riesgo posibles y establecer programas de exposición controlada.
– Ingreso hospitalario, de día y tratamiento ambulatorio.
No permitir avanzar a estos trastornos es pedir ayuda. Acude a un profesional.
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