
¿Cómo puede un padre/madre sobrevivir a un hijo/a que les reta y desafía continuamente?
¿Qué hice mal?, ¡si les damos todo lo que quieren!. Han crecido con todas las necesidades cubiertas… y ahora ¡no hay quien les aguante! Por suerte no todos los adolescentes se comportan así.
Se les castiga, se les aconseja pero al final, siempre van a buenas vacaciones, a celebrar cumpleaños en sitios caros, a comprarse ropa en cualquier momento y por capricho, acuden a los estrenos de las películas… ¡todo!, a pesar de que sucomportamiento no es ni siquiera aceptable.
Es un error pensar que les daremos todo lo que nosotros no tuvimos. Mejor dar en función de la necesidad razonada.
Este tipo de adolescentes, acosan a los padres, chantajean, desprecian, exigen cosas a cambio de comportarse en cualquier evento ó por tener medianamente ordenado su cuarto. Conocen los puntos débiles de sus padres . Son expertos.
Hay riesgo de abandono educativo, consumo de sustancias, embarazos no deseados… es una edad de muchascomplicaciones añadidas y todo esto puede suceder, no pensemos que a tanto no llegarán, puede ocurrir y debemos poner límites en la convivencia familiar.
No tenemos una varita mágica que nos solucione la pesadilla, pero ayuda tener voluntad firme de cambiar las cosas para evitar que el desastre se instale en sus vidas para siempre.
Este tipo de adolescentes se comportan desafiantes, imponiendo su criterio, exigiendo gratificaciones por nada y ridiculizan a los padres delante de terceros, tienen agresividad.
¿Qué alternativas podemos usar?
Para transmitir valores hay que practicarlos.
No derrochar dinero
No cosas innecesarias
Si lo hacemos valorarán la moderación del gasto
Con la familia no hacer cada uno lo que le dé la gana. Los padres deben negociar sus conflictos sin la presencia de los hijos. Si estamos gritándonos, esto será para ellos un ejemplo de la forma de actuar ante los enfados (repetirán la conducta que ven).
En casa horarios y tareas compartidas, sino… ¿qué orden les podremos exigir?
No gastar más de lo que ganas. Enseñarles el valor real de lo que cuestan las cosas. Si la economía ha cambiado, hay que ajustarse.
No educar en el consentimiento sin responsabilidad. No permitirles reírse del prójimo. El diálogo, la escucha, el afecto y la comprensión son palabras clave.
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